Coplas del amor triste (poema)

No las vi, si las hubo, señales que me advirtieran que el amor tuyo no era para mí. Por eso andando seguí llamado por tu mirada que el corazón me encendía, y cuando llegar creí al anillo de tus brazos, rompiste todos los lazos y en el olvido caí. Morir puede ser, a veces, el instante en que sabemos que nunca más volveremos a encontrar los ojos que nos amaron, las voces que nos nombraron al pasar. Después se sigue viviendo, si es que se puede llamar vivir, a dejarse ir, no importa cómo ni cuándo, simplemente desandando recuerdos hasta partir. Caminar, para encontrarte, fue tan sólo caminar. Pero el regreso —dejarte— fue comenzar a arrastrar el paso cual bestia herida que no entiende que la vida se le está yendo al andar.